Hoy en día, los cristianos y otros predicares infames, aprovechando el clima electoral, sacan a la luz el concepto de familia, explican su importancia como núcleo básico de nuestra sociedad e imponen los cánones que a la larga nos catapultarán al desarrollo "valórico". Antes que nada debo decir que me produce náuseas el hecho de que esta plaga espiritual se atribuya lo "valórico" como algo exclusivo de ellos.
Hace unos minutos estaba sentado en el baño de mi nueva vivienda en San Miguel y pensé en estos conceptos, fui más allá y los comparé con mi historia personal y familiar, y llegué a la conclusión de que no es necesario seguir las tonteras de estos vomitadores de estupidez,o humanistas cristianos...
Empecemos al revés. El resultado de la historia de mi familia es un ser íntegro, inteligente, visionario, culto y muy docto en las letras, o sea yo. No es que sea un engreído, pero hay que entrar en detalles para clarificar.
Yo nací en el seno de una familia humilde. Mi hermano era un trabajador de una pequeña chacra donde alimentaba a los animales que habían ahí. Mi madre se encargaba de las labores domésticas. A medida que mi hermano fue madurando, se dio una estrecha relación entre ellos, la cual consolidaron de manera carnal. El resultado de esto fui yo.
La relación con mi padre fue bastante especial, el tenía una dualidad muy interesante, pues mientras ejercia con fuerza su rol paterno para educarme por la senda correcta, tenía una actitud propia de un hermano protector y amigo de lo lúdico, lo que me dio una infancia feliz en ciertos períodos. Con mi madre, la cosa fue diferente. Si bien me arrullaba en mis primeros días, luego tomó cierta actitud de aquellas tías políticas que nos ignoran un poco.
Esto se acentúo con el nacimiento de mi siguiente hermano, pues le dio más antención.
La relación con mi hermano varió en función de su capacidad pensante, la cual aumentó de acuerdo a su edad. El cambio se hizo notable cuando alcanzó los 10 años, y se mantuvo hasta que abandoné mi casa.
Fueron años curiosos para los dos... Mientras Perseo (yo lo llamaba así pues su nombre judeo-cristiano siempre me fue muy molesto de pronunciar) me estimaba y seguía como a su hermano mayor, yo personalmente lo sentía como una especie de primo, de aquellos primos hermanos que visitan nuestra casa los fines de semana y nos acosan con sus tonterías, por lo que establecí una barrera emocional frente a él. Más molestia tuve cuando se inició en el sacerdocio, influído por la víbora de mi "madre-tía".
Perseo, hasta hace poco estuvo prófugo de la justicia terrenal por tener conductas licenciosas con algunas de sus fieles. Lo triste es que esas fieles eran menores de 14 años. Afortunadamente hoy está en las manos de la justicia civil. Gracias a las muestras físicas de afecto que le dieron los presos, ha decidido dejar el cristianismo. Una vez que salga de la cárcel, se iniciará en nuestro culto y entregará su despojo correspondiente.
Como mis lectores me han alegado lo extenso de las columnas, les dejo mi historia hasta este punto, sin embargo, el relato se extenderá con el correr de los días, culminando con una sabia reflexión final.
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Tus preguntas al Jeque
Un tal "coludo" me ha dicho:
Jeque: Me ha interesado mucho tu camino hacia la verdad, aunque mi verdad es un poco mas complicada, por favor ayudame y acepta uno de mis organos. Mas mi problema no radica en sentimientos, si no en hechos, ya que tienes internet anda a esta pagina. http://www.yonkis.com/w.php?id=132005123837.jpgY dejare a tu noble conciencia la eleccion de cual organo he de entregarte.
Hermano:
La foto que me has enviado es aberrante en todo aspecto.
Primero, tienes los testículos plantados y eso no puedo aceptarlo en una persona que pretende iniciarse. Queda mas que claro que lo primero que debes hacer es sacártelos, así podrás purificar tu mente y lograrás entender tu propia escencia.
Sobre la estructura que sobre sale, bueno, creo que una pequeña cirugía bastaría para sacarla. El problema tuyo no pasa por aquella falla anatómica, si no por que estás desviando tu mente de manera apóstata a través de la normal función hormonal testicular. Eso ha llevado a que tu problema sea algo banal y estético, algo que considero poco importante.
En mi caso, la elevación mental me ha llevado a despreciar y quitarle importancia a la poca consistencia y crecimiento de mis pectorales, y a la dulzura de mi voz, pues si bien eso es consecuencia de la pérdida de mis testículos luego de mi revelador accidente, no es mas que un costo MÍNIMO que tuve que pagar para ser mas y mejor que cualquier basura carcomida por la religión.
He dicho.